miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Se puede educar al “chorro”? Inseguridad. Derecho a la educación.

Juan Pablo Olivetto Fagni

Robo, muertes, violaciones. Lo que engloba la palabra “inseguridad” es de una complejidad enorme, y a hechos muy distintos entre sí. Este artículo se centrará en el fenómeno más común, que es el robo que realizan los varones jóvenes de sectores vulnerables.


¿Vulnerables que vulneran? Sí, porque así de paradójica es la vida. Como el trabajador que es explotado por su empleador y caga a trompadas a su mujer. Los jóvenes excluidos de los consumos que hoy dan sentido a nuestra existencia (drogas, celulares, ropa, etc.) con tal de obtener dinero rápido y fácil, roban. Y de paso suben su posición dentro del grupo de machitos donde “el más poronga” es el que demuestra que no tiene miedo y que puede safar. 

Ante este problemón, simplificando bastante,

podemos decir que hay dos reacciones comunes ante la delincuencia juvenil:

- Reacción de una persona con una ideología de derecha: Vigilar y Castigar. Cámaras y policías que controlen, que generen miedo a los que nos generan miedo. Y que se “haga justicia” metiéndolos presos a todos, y si los violan en la cárcel mejor. Cuanto más pequeño se pueda encarcelar a un chorro mejor. Y si es un extranjero que se lo mande lo más rápido a su país.

¿Se puede educar al chorro? No. Vaya a saber uno por qué, el color de la piel, los rasgos de la cara o por ser pobres. Hay gente que nace chorra y otra que no. Entonces no hay educación que valga. Salvo, quizás, la que vigila y castiga. Y así “endereza” al descarriado y lo llena de miedo al castigo. 

- Reacción de una persona con una ideología de izquierda: Si bien hay muchas diferencias, divisiones y posturas entre los que se consideran de izquierda, a diferencia de los de derecha que rápidamente se ponen de acuerdo en que “hay que matarlos a todos”, la izquierda da muchas explicaciones, pero pocas soluciones. 

Que antes hubo ausencia del Estado, que ahora hay policía corrupta, y que después habrá una cárcel que empeora las cosas. Entonces el mismo Estado que abandona a los pibes al no garantizarle ningún derecho, después te usa para delinquir y luego te caga a palos y/o te mete en cana, porque no olvidemos que la policía y el sistema penitenciario son parte del Estado.

Por lo tanto, si la policía y las cárceles son parte del problema ¿habría que eliminarlas? Algunos dicen que sí, otros proponen democratizarlas y darlas vuelta como una media. En fin… le falta consistencia a las soluciones de la izquierda.

¿Se puede educar al chorro? Sí. Ningún pibe nace chorro. Se hace en un contexto marginal y sin derechos. Y el derecho a la educación es uno de los más vulnerados ya que la mitad de los jóvenes no termina el secundario. Ahora bien, quién tiene que educar y cómo es todo un debate. Algunos dicen que la escuela sólo refuerza las injusticias, otros que la escuela puede prevenir la delincuencia pero es necesario que se aggiorne y tenga una perspectiva de derechos humanos.

Para sumar a estas reacciones comunes, una posible propuesta cristiana: Que los que creemos en el cielo y el infierno no olvidemos que se nos va a juzgar divinamente por visitar o no al preso, entre otras cosas (Mt 25,36). Tomar conciencia de la contradicción de ser cristiano con la ideología de derecha, al menos en este aspecto de la reacción ante la delincuencia juvenil.

Dejar de depositar toda la culpa en el otro, y empezar a pensar en la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos, “¿Por qué te fijás en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no mirás la viga que hay en el tuyo?” Mt 7,3.

Hay mucho para hacer, desde no reforzar los prejuicios, hasta generar acciones o estructuras de vida, promover valores cristianos y dar apoyo a quienes trabajan en o para las cárceles. 

¿Se puede educar al chorro? Desde una mirada cristiana no se puede hablar de “chorro”, el pecado no define a la persona, y no hay pecado que no se pueda perdonar y sanar. Toda persona que roba puede y tiene que ser perdonada. La educación enmarcada en la ley del amor todavía tiene mucho para dar, y los primeros en hacer esto deben ser las escuelas llamadas católicas. 

Los católicos también tenemos que colaborar en la concreción de los derechos humanos, porque tenemos un fundamento último: la dignidad de ser hijos de Dios.

Y qué mejor que terminar este artículo con la profecía aún hoy vigente de Isaías, sobre el ayuno, las privaciones, que son agradables a Dios. Presente en el capítulo 58.

“Este es el ayuno que yo amo –oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás y el Señor responderá; pedirás auxilio y él dirá: ‘Aquí estoy’”.





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