sábado, 30 de diciembre de 2017

El año nuevo de Ana

Cecilia López Puertas

Una historia sobre nuestra absoluta falta de justica.

Estás buscando direcciones
en libros para cocinar.
Estás mezclando
el dulce con la sal.

(Superhéroes, Charly García - Yendo de la cama al living, 1982)



Feliz Año Nuevo.

Un pibe de 23 años ayuda a su hermano tres años menor que él a escaparse de la cárcel. Ahora están juntos. Presos. Seguirán juntos hasta el año que viene y pasaran ahí las festividades de Año Nuevo, no van a poder ver a su familia, es decir a su madre: Ana, como la mamá de la Vírgen María. Ana tiene 39 y hace tres años recibió el cuerpo de su marido. Se lo entregaron después de hacerle las autopsias del caso porque estaba preso. Estaba preso justo cuando se murió. Tenía 40 años. Entre 2006 y 2017 Ana hizo 18 denuncias. Las primeras la tuvieron de

domingo, 24 de diciembre de 2017

Una Navidad de mierda

Francisco Andrés Flores 

En Santiago del Estero, esta semana, encontraron un niño recién nacido en una zanja, extrangulado, y descuartizado por los perros.  Para él no habrá Navidad.  Ninguna.  
Noelia ayer a la tarde patrullaba en Lanús y un conductor no se detuvo al control: murió un rato después en el hospital.  Tenía 24 años.  Ella y su familia tampoco tendrán Navidad.   En Córdoba esta semana un hombre le disparó a su pareja delante de su sobrino.  Ella murió.  El pibe, de 12 años, salió ileso (¿salió ileso?) pero sin dudas tendrá una Navidad de mierda.  Como la familia de Manuel Ifrán, un jubilado de 72 años que desapareció en abril y aún no apareció; o co

martes, 5 de diciembre de 2017

SUSANITA CHETA

Nora Pflüger    

 Odia a los negros, a los judíos y a los pobres. Dice que los que viven en villas de emergencia están ahí porque “les gusta” y porque son unos vagos que no quieren trabajar. Casada muy joven (desde chiquita estaba desesperada por casarse, y casi se muere cuando el Príncipe Carlos se casó con Lady Di), no ha sido muy feliz en su matrimonio, pero conserva con uñas y dientes a su insatisfactorio esposo porque por lo menos, delante de sus amigas viudas, separadas o solteras, ella puede lucir dinero, auto y marido. Bastan estas pinceladas para darse cuenta de la mentalidad  que tiene. Bueno… si los que la rodean tienen suficiente mentalidad como para darse cuenta.
 El marido (medio canoso, anteojos de Quevedo, barba de chivo y piernas vacilantes) se pasa todo el día leyendo, sin la menor idea de lo que sucede a su alrededor. A los bramidos de su esposa, responde con un “Mu”, o en el mejor de los casos, con un más asertivo “Sí, querida”. Creo que es psiquiatra. Que lo disfrute. Ella, entretanto, se ocupa de su hijo, el “Nene”, a quien adora porque el citado Nene (uno noventa de alto y dos metros de pelo en cada una de las extremidades) juega al “rugby”.
  Todo esto se aguantaría si no fuese porque esta señora vive metida en la iglesia, ocupa en ella todos los espacios de poder posibles y está unida como anillo al dedo al cura párroco. Le lava y le plancha las casullas, adorna los altares y le lleva todos los chismes. Lo ha hecho pelearse con la juventud, con la liga de madres, etc. Uno pensaría que él la soporta sólo por conveniencia, por aquello de las casullas. Sin embargo, en una reciente asamblea diocesana, el presbítero la ha presentado como “alma de la Parroquia” y “joya de la cristiandad”.
 ¡Cómo?
Sí: lo que leyeron. Son los momentos en que uno se explica por qué las instituciones católicas hacen agua...
 Se me dirá que yo tengo algún problema de clase social y por eso me choca esta mujer. Me podrán bajar línea (no recuerdo confesor que no lo haya hecho) de que no debo criticar a mi “prójima” y que debo actuar con más modestia y humildad. Me podrán tildar de intelectual pedante (así me ve la mayoría de los curas cuando me tomo la libertad de opinar) y exigir que, mientras Susanita Cheta  sigue haciendo lo que le da la gana, yo me calle la boca y camine por la vida con la cabeza gacha y las manos metidas en los puños del sayal, como una carmelita descalza. Pero yo tengo derecho a preguntarme si el pueblo de Dios no dispondrá en sus filas de mejores líderes que esa impresentable.
  Y vean, lo mío tampoco es bronca contra las Susanitas, las verdaderas, digo. Porque la Susanita original, la de Mafalda, por muy pretenciosa que fuese, era en el fondo una modesta chica de barrio, sin mayores horizontes, que allá en los años sesenta no tenía más posibilidades de promoción social que el matrimonio. Eso la vuelve auténtica e incluso querible, a pesar de sus defectos. En mi infancia tuve un montón de tías y vecinas muy Susanitas y al mismo tiempo, muy buenas y cariñosas.  Aplaudo a Quino por haberles hecho un lugar en su historieta a estas mujeres, fruto de otra época, que van despareciendo. Pero a la Cheta, no sé de dónde la sacaron. Porque ésa no salió de la imaginación de Quino, ni de nadie. Es una lamentable realidad, y lo peor, una realidad eclesial, inexplicable en pleno siglo veintiuno.
 Lo que me preocupa no es que existan señoras con ese perfil. Lo que me preocupa es la Iglesia.


   

martes, 28 de noviembre de 2017

DE LA FE, DEL MAR Y SUS PELIGROS

Nora Pflüger
 Era tan pequeñita que casi no sabía hablar cuando lo vi por primera vez. Grandote, inquieto, verde, se mecía como una hamaca y lloraba como un niño. El mar. Parecía tan tonto y olía tan fuerte que se me figuró un bebé desmesurado que gritaba para que le cambiaran los pañales. Abría su bocaza y gemía: “Maaa… maaa… maaa…”
  -Qué vergüenza.- pensé (los niños piensan más de lo que dicen)-  Tan grandulón, y grita llamando a la mamá…
  Más adelante aprendí que el

jueves, 24 de agosto de 2017

La sociedad de los cometas sueltos

Por Daniel Rojas Delgado


Agosto fue siempre, para la memoria de estas latitudes, el mes de los barriletes. Acaso el viento sople más fuerte por haber vuelto recargado de las vacaciones o por cuestiones vinculadas a los turnos de distribución geopolítica de los vientos: mucho no interesa para el desarrollo de esta nota.
Como decía, estamos en el mes de las maniobras en el aire. Ya no somos imberbes pero seguimos en la plaza para remontar los barriletes o disfrutar de las prometedoras cometas mientras tomamos mate y hablamos en red.
Esta tarde en el parque Alberti de la ciud

martes, 8 de agosto de 2017

Estos Nacionalismos Matan

Por Juan Pablo Olivetto Fagni


A diferencia de lo que pasó en otros territorios, en nuestro país se construyó la identidad nacional principalmente desde el sistema educativo, intentando eliminar toda diferencia cultural. Y aquí el proyecto de Sarmiento tuvo mucho que ver, él veía a la crianza de los pobres como peligrosa (se ve que ya se hablaba de “polaquitos” en esa época) y la crianza de los ricos como inadecuada, ya que sostenía que los niños ricos tenían muchos privilegios que no les correspondían. En palabras del Padre del Aula “El niño no tiene derechos ante el maestro, no tiene por sí representación, no es persona según la ley. Es menor” (Sarmiento, 1889:245) Por otro lado el sistema educativo tradicional tenía que eliminar todas las prácticas que los inmigrantes traían consigo para inculcar hábitos de higiene, el resp

Dios y los argentinos.

Por Francisco Andres Flores

Hace unos días, mientras malgastaba el agua en la ducha, pensaba lo siguiente:
cuando lleguemos al cielo habrá una cola especial para los argentinos.  No por distinción o preferencia, sino por dos razones, una práctica y otra espiritual.
La práctica: que no nos colemos.  La espiritual: que Dios querrá hablarnos especialmente.  En nuestra mente nos parecerá más que apropiado para nuestra condición de argentinos (siempre dijimos que Dios lo era...) pero en realidad, después de una vida entera pasándole facturas a Dios, Él nos querrá pasar las suyas.  
El mismísimo Eterno se pondrá en pers

miércoles, 29 de marzo de 2017

Cómo educar en la Memoria.

Juan Pablo Olivetto Fagni


Educar para entender cómo fue posible una dictadura tan sangrienta como la del 76, es necesario para valorar nuestra débil democracia y fortalecerla. ¿Cómo llegamos a que organizaciones guerrilleras pusieran bombas y asesinaran militares o empresarios? ¿Cómo fue posible que desde el Estado se suspendan todas las garantías y procesos judiciales, se torture de las formas más sádicas, se asesine y se desaparezca sistemáticamente a miles de personas? Estas preguntas son más que interesantes y potentes para intentar responderlas en cualquier espacio educativo.

Diferente a sólo condenar y decir qué o quién estuvo mal, es necesario partir de las diferentes posturas sobre el tema, y posicionarse como educadores y c
iudadanos.

jueves, 9 de marzo de 2017

AQUELLOS “BUENOS TIEMPOS” DE JUVENTUD… FUERON TERRIBLES

Nora Pflüger

   Para mucha gente, los recuerdos juveniles son los más hermosos de todos: los amigos, las fiestas de estudiantes, las ilusiones, el primer amor. Para mí, en cambio, las memorias de mi temprana juventud huelen a pólvora, a chamusquina, al tufo acre de los gases lacrimógenos; están asociados al silbido de las balas y al tableteo de las ametralladoras que nos despertaban a mi hermana y a mí, en plena noche, en el dormitorio de nuestra casa de La Plata, cercana al Bosque, y nos permitían distinguir –a nosotras, que nada sabíamos de armamentos-, cuándo tiraban con “FAL” y desde qué lugar lo hacían con un objeto capaz de disparar cientos de municiones por minuto.
   Primero fueron las bombas. Era una seguidilla que comenzaba puntualmente a las once de la noche y no se detení

Clamando desde la tierra.

Francisco Andres Flores, 

Mentiras y verdades de los desaparecidos.

“Muchos recuerdan aún la casa de la familia ubicada en calle Mitre 327”.
Mirta, Irene Pérez Tartari, 1954-1976
Un cadáver descompuesto.  Una historia olvidada.  Una ciudad y un nombre familiares.  Un artículo periodístico.  Y en el artículo, una frase (la del encabezado) haciendo crujir el oxidado engranaje de la memoria, abriendo en dos el dilatado cauce de la sangre, descorriendo el velo del pasado y sus pesadas puertas, hurgando en las heridas.
¿Por qué, entonces, este artículo?  Porque “Mitre 327” es mi casa.  Pero comencemos por el principio.

Cuando fuimos a vivir a Bolivar, en algún momento del ´73 (mi viejo ya iba a laburar desde unos años antes) alquilábamos una casa en la calle Olavarría.  Yo, apenas de unos meses entonces, guardo vagos recuerdos de esa estancia: una entrada por una especie de garage, un patio, una puerta a la izquierda que daba a una pieza pequeña, un living con ventana a la calle… La familia pronto se agrandó con mi hermana, y en Diciembre del ´74, después de un gran esfuerzo, pudimos mudarnos a una casa propia, recientemente comprada a una fa

Poner la otra mejilla

 Y otras posible soluciones al debate sobre la inclusión de los no democráticos…

Cecilia López Puertas

En el país de no me acuerdo,
doy tres pasitos y me pierdo.
Un pasito para atrás,
y no doy ninguno más.
Porque ya hasta me olvidé…
dónde puse el otro pié.

(“El País de No me acuerdo”, María Elena Walsh)



Hace unos meses di con el número 6 de la revista “Voces Recobradas”, una publicación del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires en tiempos en los que Fernando De la Rúa era Jefe de Gobierno de la Ciudad y Dar

lunes, 20 de febrero de 2017

¿Mi vecino el asesino?

Selene Peschel

Hace más de veinte años (o un poquito más) la palabra inseguridad en la Argentina no se
escuchaba en los pueblos del país, eso era un problema de las grandes ciudades. Aquellos pobladores decían: “¿Está brava la ciudad no?”. Por supuesto que en las pequeños poblados había algunos sucesos vandálicos pero eran hechos aislados y en su mayoría no eran habitantes del lugar. Los robos eran atribuidos solo a esas “caras desconocidas o extrañas”, tal era el caso que los delincuentes llegaban al pueblo solo para realizar su “cometido” y no se los veía más.  


Para los habitantes de e

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Se puede educar al “chorro”? Inseguridad. Derecho a la educación.

Juan Pablo Olivetto Fagni

Robo, muertes, violaciones. Lo que engloba la palabra “inseguridad” es de una complejidad enorme, y a hechos muy distintos entre sí. Este artículo se centrará en el fenómeno más común, que es el robo que realizan los varones jóvenes de sectores vulnerables.


¿Vulnerables que vulneran? Sí, porque así de paradójica es la vida. Como el trabajador que es explotado por su empleador y caga a trompadas a su mujer. Los jóvenes excluidos de los consumos que hoy dan sentido a nuestra existencia (drogas, celulares, ropa, etc.) con tal de obtener dinero rápido y fácil, roban. Y de paso suben su posición dentro del grupo de machitos donde “el más poronga” es el que demuestra que no tiene miedo y que puede safar. 

Ante este problemón, simplificando bastante,

¿INSEGURIDAD? ¡CUIDADO CON EL MIEDO!

 Nora Pflüger


   La inseguridad nos enseña a estar prevenidos. La verdad, aunque duela, aclara la mente. Pero el miedo inhibe y entorpece.

  En mi segundo año de escuela primaria en un colegio supercatólic
o, tuve una maestra morbosa. De entrada nomás, nos hizo aprender un poema en el que se decía que cada vez que derramábamos una gota de tinta sobre el cuaderno estábamos “asesinando” a una palabra: “…que es una palabra muerta / cada manchita de tinta” (sic). La señorita lo recitaba ahuecando la voz cuando llegaba al término “muerta”. Cualquier gesto de rebeldía o indisciplina era considerado por ella “pecado mortal” (de más está decir que desde el primer día, yo estuve directamente condenada al infie

Editorial: INSEGURIDAD: DE LA “SENSACIÓN” AL COMPROMISO




   Rejas en los edificios públicos, sistemas de alarma en sencillas casas de familia, chicos ya grandecitos que tienen que ir escoltados por sus padres hasta el colegio, pánico a los asaltos y al vandalismo…
  Tal vez hablamos de “sensación de inseguridad” para no confesar que tenemos MIEDO. Un miedo que no se reduce al lógico temor a los ladrones y a los psicópatas, sino que se extiende