Por X
Que
facil de apuntalar sale la vieja moral
que se disfraza de barricada
de los que nunca tuvieron nada
que bien prepara su mascarada
el pequeño burgues.
(Silvio Rodriguez,
Canción en Harapos)
Lenin, en “Estado y Revolución”,
dice que no se puede esperar nada de una legislatura pequeña burguesa, que
cualquier cosa que saliera de allí, obviamente, respondería a los intereses de
la clase gobernante. Entonces, ¿cómo, en el siglo 21, algo que vota el PRO, la
UCR, el PJ puede ser progresista?
Las preguntas pueden seguir y
seguir, pero vamos a detenernos en el tema de moda “el feminismo y la cuestión
de género”. Hace unos años atrás, una madre, de esas prudentes y
revolucionarias, decide o requiere a la justicia, el cambio de género de su
niño de seis años. Esta situación, conflictiva para la época, marco un antes y
un después en la mente de personas conservadoras como yo.
Las incógnitas fueron muchas, los
planteos y debates también hasta que alguien, con muy buen tino y con mucha
idoneidad-militante del genero (no es que milita en una curtiembre eh)-me
afirmó “vos no entandes nada, la sexualidad no es natural, es una cuestión
cultural…hoy nada es natural”. De esa manera, me desayuné de muchas cosas. Paso
un poco de lista:
- La idea de “cuestión cultural”:
que yo sepa, el patriarcado no solo fue impuesto por la Iglesia, sino, por el
capital y la propiedad privada. Entonces, fue el sistema capitalista el que
impulsó la política de patriarcado, a fin de conservar su predominio. Por lo
tanto, hoy donde un niño, niña o adolescente o mejor dicho un “niñxs”, puede
solicitar su cambio de sexo y donde existe un matrimonio que dice ser
igualitario (extraña hasta la palabra, que yo sepa somos todos seres humanos),
¿el capitalismo ha sido vencido?
- Pero que yo sepa, aun existe la
plusvalía, el estado lo sigue manejando el poder económico de las finanzas,
sigue habiendo tarjetas de crédito, el consumo es brutal ¿Cuál es la cultura
que impone la sexualidad? ¿De que revolución me hablan? Pongamos un ejemplo
para entender esta situación: Juan es un joven universitario, decide estudiar
ciencias económicas y se compromete a realizar su carrera a termino. En ese
interin, a mitad de carrera, comienza a trabajar en una empresa multinacional
como “junior”. Juan, pospone la formación de su familia y reduce todo a su
formación profesional. Juan se recibe con promedio 10, sigue haciendo carrera.
Lo ascienden y lo ascienden, situación que lo obliga a hacer un postgrado. Así
las cosas, Juancito, le dedica desde los 18 a los 30 años a su profesión y a
crecer en el trabajo. En ese tiempo, no conforma familia, no tiene hijos, puede
trabajar full time ¿Quién se ha beneficiado 12 años? ¿Quién se ahorro cargas
sociales, licencias por enfermedad, actos de la escuela, etc?
El mismo ejemplo, lo podemos
poner con Maria o con José. Sin embargo, este último, después de mucho
sufrimiento, sale del closet. Se afirma homosexual y después de mucho trajín,
se casa con juancito, el mismo del ejemplo de arriba. Los dos, siguen
trabajando y siguen creciendo profesionalmente, hasta que se plantean la
cuestión ¿Por qué no tenemos hijos?, la respuesta, mal que le pese a mi
compañera de la facultad, es obvia. Un hombre, lamentablemente no tiene útero y
por consiguiente, tienen dos opciones, adoptan o alquilan un vientre. Sea cual
fuera la decisión que tomen, y aquí no se trata de retasar derechos, termina
siendo una decisión “vamos a ser padres”. Aquí, entra en el juego otra
cuestión, el consumismo.
Luca Prodan, cantaba “No se lo
que quiero, pero lo quiero ya”, una decisión que seguro les cambia la vida,
pero que en el fondo, sigue siendo una impronta individual, consumista y
egoísta.
¿Por eso, de que revolución me
hablan?
En tiempos de la modernidad
liquida, en momentos donde la globalización ha alcanzado su mayor grado de
importancia, donde existen mujeres, de los cinco continentes que figuran como
ejército de reserva de la fecundación humana, en lugares donde los derechos
elementales son retaceados para unos pocos, cuando se disparan los índices de
desigualdad, donde los derechos de las minorías son tan reconocidos que, ya
casi no existe mayorías ¿De que revolución me hablan?
La verdad que soy un retrogrado,
la verdad que me siento un poco fuera de contexto, pero yo propongo una
revolución distinta, yo entiendo, creo y sostengo que el único cambio posible,
es la abolición del capital, hasta tanto, mientras siga existiendo las
concentraciones económicas, los pobres, desdichados y hambrientos, no van a
tener ley ni palenque (estado) para rascarse.
Este mes, Juan Pablo, habló sobre
la revolución del amor. Creo que es más que necesaria. Los católicos, no somos
reserva moral ni somos “santos”, pero tenemos un deber que resulta ser
imprescindible, ser esperanza.
La revolución es esperanza, como
lo fue pentecostés. Es momento de salir a la calle a preocuparse por los
trabajadores, los niños con hambre y por cambiar el individualismo por prójimo.
Para ello, tenemos que hablar
distintas lenguas y no encasillarnos. No discriminar y tratar de ser
inclusivos.
Al que quiera tergiversar este
aporte. Al que quiera, decirme homofóbico, retrogrado y chupa cirio, antes que
me preguntes, te interrogo ¿Estas
afiliado a tu sindicato? ¿Militas por los derechos de los trabajadores? ¿Te
consideras, porque vas una Universidad, a la que solo acceden el 7% de los
pibes de tu misma franja atarea, Revolucionario? Burgueses y revolucionarios de
café. Abstenerse, sigan escribiendo para su minoría ilustrada y hablando de
pobres entre universitarios.
Que
facil es escribir
algo que invita a la accion
contra tiranos, contra asesinos
contra la luz o el poder divino
siempre al alcance
de la vidriera y el comedor.
Viva el harapo, señor....(Silvio Rodriguez,
Canción en Harapos)